La agencia antidrogas de Estados Unidos, DEA, dio a conocer que gracias a una ofensiva intensa contra las redes de narcotráfico, el fentanilo que trafican los cárteles mexicanos ya no es lo mismo: su potencia y pureza han caído significativamente, lo que cambia la estrategia de los traficantes.
Según el informe más reciente, en el año fiscal 2025 la DEA detectó que solo 29% de las pastillas de fentanilo analizadas contenían una dosis potencialmente letal —una caída enorme si se compara con el 76% reportado en 2023. Además, la pureza del fentanilo en polvo se redujo a 10.3%, frente al 19.5% de hace dos años.
Hasta el 1 de diciembre de 2025, la DEA incautó más de 45 millones de pastillas de fentanilo y más de 9,320 libras (unas 4,227 kilos) de fentanilo en polvo —el equivalente, según la agencia, a la eliminación de 347 millones de dosis potencialmente mortales del mercado.
Este frenazo en la calidad de la droga coincide con el lanzamiento de la iniciativa Fentanyl Free America, una estrategia que combina operativos policiales contundentes con campañas de concientización, todo con el fin de reducir tanto la oferta como la demanda de fentanilo en Estados Unidos.
Pero los cárteles no se quedaron de brazos cruzados: frente a esta presión, han diversificado sus métodos. Según la DEA, ahora hay un aumento en el tráfico de fentanilo en polvo y en la producción doméstica de pastillas dentro de Estados Unidos. En octubre se incautaron más de dos docenas de prensas para fabricar pastillas, una señal de que los criminales buscan adaptarse para seguir operando.
Aunque la caída en potencia y pureza podría parecer una buena noticia para la salud pública, expertos advierten que la droga sigue siendo extremadamente peligrosa. En algunos casos, el fentanilo adulterado puede combinarse con tranquilizantes animales, anestésicos o nuevos opioides sintéticos —lo que mantiene latente el riesgo de sobredosis.
La DEA dijo que estos datos representan avances “significativos” en su lucha contra la crisis del fentanilo, pero reconoció que la batalla está lejos de terminar. En sus palabras: la meta de una “América libre de fentanilo” demanda redoblar esfuerzos para interrumpir la producción, el tráfico y el consumo.
Este giro drástico en el narcotráfico —menos pureza, cambio de estrategia, mayor presión internacional— marca un antes y un después en la forma en que operan los grandes cárteles. Pero también pone en evidencia que el fentanilo sigue siendo uno de los desafíos más graves para la salud pública, la seguridad y la política antidrogas en la región y para Estados Unidos.